Rechazar lo bueno a favor de lo mejor
«Da con largueza de lo que has encontrado y únete a nosotros».
Dice la letra de la canción de The Beatles Act Naturally: «[…] van a convertirme en una gran estrella / van a hacer una película acerca de un hombre triste y solitario / ¡y lo único que tengo que hacer es actuar naturalmente!». La simpleza de su ingenio muestra a cada cual su interior: si cada persona actuara tal como en verdad es, sin poses ni fingimientos, la inmensa mayoría se revelaría como individuos tristes y solitarios.
«¿Cuál es su dificultad básica? […] ¿No es víctima de la ilusión de que puede arrancarle satisfacciones y felicidad a este mundo, si lo hace bien?» .
La palabra que usó Bill en inglés para arrancar es wrest. En inglés tiene un poder sombrío que se pierde en español; significa «tirar o arrancar mediante un giro violento; apartar del significado o propósito verdadero; distorsionar, pervertir». Sin el profundo cambio de personalidad —que resulta de la buena voluntad, de la entrega a un Poder Superior a sí mismo—, el individuo atormentado por su autoencerramiento mira la realidad desde una perspectiva distorsionada; no puede tomar de la vida sin matarla,sin retorcerla, sin trozarla, sin pervertirla, pues él mismo está fuera de la vida. Con la entrega, el orden se invirtió: conocimos una libertad y una felicidad nuevas , y así entendimos que «toda buena dádiva y todo don perfecto son de arriba, descienden del Padre de los astros, en quien no hay fases ni periodos de sombra» . Renacimos .
Este reencuentro del ser humano con la vida, en los términos de la vida, es, en una dimensión puramente humana, no solamente algo bueno sino irrenunciable. El riesgo radica en seguir considerándolo irrenunciable. Veamos:
«La alegría que sentimos por la liberación de toda una vida de frustraciones no tuvo límites. Papá piensa que ha encontrado algo mejor que el oro. Durante algún tiempo quizá trate de abrazarse solo al nuevo tesoro. Puede ser que, de momento, no haya visto que apenas ha arañado un filón inagotable, que le dará dividendos solamente si lo trabaja el resto de su vida e insiste en regalar todo el producto» .
Dado que irrenunciable quiere decir entonces que no hubo cambio, que se sigue pensando solo en sí mismo y no en los demás —y menos en Dios—. La respuesta fundamental está, también, en el capítulo 9 («Y la familia después»):
«El mostrarle a otros que sufren cómo se nos ayudó es precisamente lo que hace ahora que la vida nos parezca de tanto valor. Confíe en la idea de que el tenebroso pasado, estando en manos de Dios, es su más preciada posesión, clave de la vida y de la felicidad de otros» .
Podríamos pensar «¿Qué tiene de malo mi vida? Soy honesto, soy honrado y a nadie molesto». La respuesta es simple: «Vives para ti mismo, y así pierdes tu vida en el egoísmo». Renunciar a lo humanamente irrenunciable es vida espiritual, es amor por Dios y por el ser humano; es no vivir más para las torpes demandas del egoísmo, sino en Dios y para Dios.
Un permanente estar de camino «[…] Y seguramente te encontrarás con algunos de nosotros cuando vayas por el camino del destino feliz».
Hemos caminado hasta aquí, acompañados tan solo de nuestro entrañable AlcohólicosAnónimos, sin otras lecturas (como no las tenía un alcohólico de la época) que su primera edición, tal como este guió a nuestra comunidad durante casi veinte años en solitario, antes del advenimiento de otros patriarcas de nuestra literatura —como Doce Pasos y Doce Tradiciones, aa llega a su mayoría de edad, etcétera—, y por eso llegó a ser el «Libro Grande, el texto básico de Alcohólicos Anónimos». El libro costaba en 1939 $ 3.50 dólares; tenía 400 páginas e incluía 29 historias de recuperación de los primeros miembros —entre estas, la última pertenece al primer alcohólico que logró la sobriedad con solo leer el libro: «Lone Endeavor» (El esfuerzo solitario).
Que se llegaron a vender millones de ejemplares… sí, eso ahora lo sabemos. Que se ha publicado en no sé cuántos idiomas… sí, eso ahora lo sabemos. Que es uno de los 101 libros que dieron forma a ee. uu. … sí, eso también ahora lo sabemos. Pero en 1939 nada de eso se sabía. Bill, Bob y los otros pioneros lo que tenían era fe en Dios, y una invitación hacia nosotros para movilizar la totalidad de nuestro ser mediante la buena voluntad, para mantenernos permanentemente en el camino y no dormirnos en nuestros laureles, sino, como ellos, esperar por la ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. «Dios te bendiga y conserve hasta entonces».