Reimpreso de (Boletín Ganar Aliados no.56) con permiso de la Central Mexicana de S.G. de A.A., A.C.
Reza un adagio que yo no puedo cambiar la forma de ser y pensar de nadie, pero sí puedo cambiar mis juicios y actitudes. Podemos cambiar nuestra forma de tratar y convivir con los menores, adolescentes y jóvenes, platicando con ellos sobre sus problemas, su sentir, sus amigos y sobre el entorno social y cultural donde se encuentran inmersos.
Preguntemos y preocupémonos por los problemas en que se encuentran sumergidos. Debemos informarles sobre la naturaleza del alcoholismo y sus terribles consecuencias, explicarles que es una enfermedad, pero con solución: si queremos salir de ese pozo profundo que es el alcoholismo, AA es la solución.
Hoy en día, hay muchos médicos que desconocen que el alcoholismo es una enfermedad. Sin embargo, fue gracias al trabajo pionero de Marty Mann1 que el alcoholismo fue visto menos como un asunto moral y más como una enfermedad:
«En 1945, Mann se inspiró en el deseo de eliminar el estigma y la ignorancia en relación con el alcoholismo, y alentar el “modelo de enfermedad” que lo consideraba un problema médico-psicológico, no un fracaso moral. Ella ayudó a iniciar la Escuela de Estudios sobre el Alcohol de Yale (ahora en Rutgers), y organizó el Comité Nacional de Educación sobre Alcoholismo (ncea), ahora el Consejo Nacional de Alcoholismo y Dependencia de Drogas o ncadd».
Tres ideas formaron la base de su mensaje:
1. El alcoholismo es una enfermedad y el alcohólico una persona enferma.
2. El alcohólico puede ser ayudado y vale la pena ayudarlo.
3. El alcoholismo es un problema de salud pública y por lo tanto, una responsabilidad pública. (https//en.wikipedia.org/wiki/Marty_Mann)
Este trabajo produjo un cambio en la percepción que se tenía del alcohólico: de ser visto como una persona viciosa y carente de voluntad, ahora se le considera como una persona enferma. Por otro lado, podemos informarles del contenido del llamado «Libro Grande», texto básico de Alcohólicos Anónimos.
Su primera edición data de 1939 y fue escrito por el cofundador de aa, Bill W., para presentar al alcohólico el método que funcionó entonces a más de cien alcohólicos. No es un libro teórico, sino la experiencia de Bill W., del doctor Bob y otros alcohólicos más. El alcohólico está enfermo del cuerpo físico, de la mente y del espíritu. Padece de una alergia al alcohol, y no puede dejar de beber, provocando que los problemas crezcan, hundiéndolo en la soledad, en la tristeza y en la desesperanza. No hay poder humano que pueda salvarlo.
Admite que le hace daño. Sin embargo, le gusta el efecto que el alcohol produce: lo desinhibe, lo vuelve valiente, intrépido y sin complejos. Lo trasforma en otra persona. Pero al pasar los efectos, regresa a la irritabilidad, al descontento, y a estar inquieto, con un cúmulo de remordimientos y con el firme propósito de no volver a beber, hasta que aparece otra vez ese deseo imperioso de hacerlo, que lo hace caer de nuevo. Se debe hablar e informar para reconocer el alcoholismo en los hijos, hermanos, parientes, amigos. Algo sucede en el cuerpo y mente del alcohólico cuando el alcohol ingresa en el torrente sanguíneo: no puede dejar de beber, se le olvida el sufrimiento vivido por la pasada borrachera, la humillación y vergüenza por sus actos. Es débil ante esa primera copa y piensa que esta vez lo podrá controlar. El final de esta loca carrera de bebedor es la locura, la cárcel o la muerte.
La experiencia nos dice que hay personas que han dejado de beber con solo leer este libro; podemos ponerlo al alcance de los niños y los jóvenes universitarios para que estén debidamente informados de esta enfermedad del alma, aclarando que el programa es para todos, sin que exista una división entre jóvenes y adultos.
Debemos decirles que existe una solución y que está basada en el programa de los Doce Pasos de recuperación. Pero hay que hacer hincapié en que el éxito del programa dependerá de la sinceridad de cada uno de ellos: joven o viejo, todos pueden practicarlo. Esa puede ser la diferencia entre vivir o morir. Es necesario mencionar que cuando un joven se acerca a nosotros debemos brindar nuestra experiencia y nunca nuestra opinión. Debemos tener cuidado en la forma en que les respondemos y nunca decir: ¿Y tú que vas a saber? Con esto solo los alejamos en vez de atraerlos. Los jóvenes traen consigo esperanza, optimismo, entusiasmo, fuerza, dinamismo y energía vital a nuestros grupos. El mensaje se trasmite de persona a persona. Es la forma esencial de comunicación, ya que nosotros los aa procuramos hablar con el lenguaje del corazón.
1 Marty Mann fue la primera mujer alcohólica
que logró su sobriedad permanente en aa, y
posteriormente se dedicó con denuedo a informar
a la comunidad profesional sobre la naturaleza
del alcoholismo y el enfoque de aa.