Reimpreso de (Boletín 2970 no.305) con permiso de la Central Mexicana de S.G. de A.A., A.C.
La figura del doctor Bob ha perdurado en nuestras mentes como una persona que siempre vivió y sirvió con amor a los demás con un solo espíritu: «Tender la mano a quien necesitara ayuda».
En este sentido, al conmemorar su fallecimiento y su partida hacia la casa del Padre — donde un día nos reuniremos todos —, quizá nos deberíamos preguntar hasta dónde cada uno de nosotros hemos tenido esta actitud en el grupo y en el servicio.
Para acrecentar la unidad entre nosotros, sobre todo en este tiempo en el cual la pandemia nos ha recluido, hemos tenido que hacer uso de la tecnología para reunirnos virtualmente; para seguir compartiendo con nuestros compañeros, desde la distancia, nuestra experiencia, fortaleza y esperanza, sin dejar de extrañar el contacto físico, la cadena de la unidad, el fraternal abrazo, la terapia de café, las reuniones en el distrito, en el área, en nuestros eventos, etcétera.
Sin embargo, esta situación también nos hace valorar la importancia de nuestra literatura como una herramienta muy importante. A ella podemos recurrir en cualquier momento. De ahí la necesidad de adquirirla, de leerla y, mejor aún, de practicarla ante la falta de nuestra sesión presencial. En nuestra literatura podemos encontrar paz espiritual y alivio a nuestras emociones; podemos encontrar las palabras que necesitamos para nuestro diario vivir; es donde encontramos la experiencia de quienes nos antecedieron.
En este contexto y ante la problemática que existe, no solo por la pandemia, sino en nuestros grupos por la falta de conocimiento y práctica de los principios, que se traduce en la desviación de nuestro objetivo y en la confusión de nuestros miembros, este mes se nos motiva al compartimiento y estudio de lo que fundamentalmente hace que un grupo funcione adecuadamente como una entidad espiritual de recuperación, unidad y servicio: las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos.
Vivir y trabajar unidos es el resumen de la práctica de las Tradiciones. Explican claramente que nuestro bienestar común se da a partir de que:
• Acallar los deseos personales se convierte en un acto que genera armonía entre los miembros de un grupo.
• No tenemos jefes sino líderes y fieles servidores que nos guían con su ejemplo.
• Solo le pedimos a quien llega que tenga el vehemente deseo de dejar de beber.
• Nos vamos a organizar con una autonomía democrática para reunirnos.
• Nuestra mayor preocupación como grupo es llevar el mensaje a quien esté sufriendo.
• Nosotros como grupo no prestamos nuestro nombre a ninguna otra agrupación.
• Nos mantenemos a nosotros mismos y a nuestros centros de servicio: es nuestra responsabilidad.
• Podemos emplear personal a sueldo para tareas específicas en nuestros centros de servicio.
• Creamos y participamos en comités de servicio para cada actividad específica dentro de nuestro grupo o centros de servicio.
• No tenemos opiniones acerca asuntos ajenos a nosotros.
• La llegada de más miembros depende de nuestro ejemplo individual y grupal.
• El anonimato es la clave de la humildad en todas nuestras actividades.
Por lo tanto, compañeros, la situación que estamos viviendo nos hace reflexionar sobre lo valioso que es aprovechar la oportunidad de que, cuando sea posible, volvamos a reunirnos con la alegría que nos caracteriza, con la hermandad manifiesta en cada sesión y en cada encuentro que nos da la posibilidad de recibir al nuevo y de visitar y pasar el mensaje a quien lo necesite, siempre unidos.